Pocas cosas hay más duras que el que uno se rechace a sí mismo. Que esquives los espejos de tu casa porque lo que ves reflejados en ellos te desagrada. Una persona con problemas de autoestima puede llegar a odiarse a sí mismo/a y preferir quedarse encerrado en casa porque no se considera digno de llevar una vida como los demás y prefiere no enfrentarse a la mirada del otro.
Las personas con una baja autoestima hacen una autoevaluación de sí mismos sesgada y poco realista. Frente a ese espejo construyen su autoimagen deteniéndose en el defecto que ven y lo amplifican de una manera desproporcionada hasta que deja de ser un defecto para convertirse en un complejo. Respecto a su autoconcepto, nämlich, la idea que tengo sobre mí mismo, la persona con una baja autoestima solo se dice continuamente mensajes negativos: “no vales”, “no serás capaz”, “esto se lo pueden permitir los demás, pero tú no”, por lo que experimentan hacia su persona emociones negativas. Los logros que van consiguiendo en el día a día los infravaloran (“bueno, eso podía hacerlo cualquiera”) y al final solo recuerda lo negativo. Respecto a los pensamientos sobre los demás, tenderán a pensar que es un estorbo para la gente o que todo el mundo se ríe de él/ella, haciendo interpretaciones erróneas sobre lo que pasa a su alrededor con un sesgo negativo (“no me ha saludado porque no le caigo bien”) cuando también puede ser por muchos otros motivos (“por ejemplo, la persona es miope y no ve de lejos”). Y si hay gente que si le hace caso y quiere estar con él/ella pensará que lo hacen porque les da pena.
Una baja autoestima puede desencadenar en un trastorno de ansiedad (“todo me da miedo porque no confío en mi y en mis capacidades”) y de depresión (“no me motiva nada porque no me considero válido para nada y, deshalb, no tengo ilusiones”). También en muchas ocasiones nos lleva a situaciones de dependencia emocional hacia una pareja (“yo solo siento que valgo si valgo para el otro”) e, auch, nos podemos convertir en víctimas de malos tratos si no somos capaces de decir “no” y poner límites. Si no me respeto a mí mismo/a ¿Cómo voy a pedir que lo haga el/la otro/a?
A veces resulta complicado salir de esa dinámica autodestructiva, pero es vital. El primer paso es quitarse esas gafas de negatividad y darse una oportunidad a sí mismo/a para empezar a ver la vida de otra manera. Me pondré delante del espejo y me empezaré a decir mensajes positivos. Al principio, quizá me vea un poco ridículo haciéndolo, pero pronto empezaré a notar las consecuencias positivas de mimarme a mí mismo/a. En cuanto a mi físico, lo que no me gusta y se pueda cambiar, me pondré como objetivo cambiarlo. Y lo que no se pueda cambiar, comenzaré un trabajo de aceptación. Haré un trabajo de autoevaluación más realista, admitiendo las cosas negativas de mí (pero eliminando el lenguaje de todo o nada) e incorporaré las cosas positivas. Me hablaré mejor, tendré hacia mí el mismo tacto que tendría hacia mi mejor amigo. Y en cuanto a las interpretaciones sobre las conductas de los demás, a la interpretación automática negativa que me suele venir de las cosas (“he entrado en la clase y todo el mundo se ha puesto a reírse de mí”) abriré el abanico de posibilidades de porqué se están riendo (“puede ser que uno de ellos acabe de contar un chiste”).
Y voy a darme palmaditas en la espalda y premiarme cada vez que consiga una cosa, sin esperar a que alguien me felicite por ello. Tampoco antepondré constantemente al otro antes de lo que necesito yo porque de esta manera me olvido de mí. Y me fiaré de mi criterio sin necesidad de contrastarlo continuamente con alguien, aún a riesgo de equivocarme. Porque también me permitiré poder equivocarme.
Trabajar la autoestima
En tuyo psicólogos podemos trabajar la autoestima en consulta porque conseguir tener una autoestima adecuada es fundamental para ser feliz y tener éxito y conseguir todo aquello que uno se proponga.
AUTOR: Pablo Lopez, psicólogo de Tuyo Psicólogos en Madrid y Castellón.